Ma. Victoria Clavijo

Junio 2016 Cuenca

  1. LA CONVIVENCIA ES UN PROBLEMA DE LA PULSIÓN

Siendo este un departamento de Psicoanálisis y Cultura siento que me corresponde hacer una mención a la manera como yo entiendo esta conjunción “y” de Psicoanálisis y Cultura. Desde Freud tenemos el antecedente y más aún la referencia de esta relación. El texto de El malestar en la cultura es prueba de ello. Este título de Freud ya da cuenta de una relación más específica de la partícula de la conjunción y, pues apunta a una localización del malestar. La localización del malestar es la cultura, pero en el desarrollo de este  texto, Freud  va a deslindar cada vez más finamente, de qué se trata ese malestar y entonces va a apunta a un “talante angustiado”.

Cito:

“He aquí la cuestión decisiva para el destino de la especie humana: si su desarrollo cultural lo logrará, y en caso afirmativo, en qué medida, dominar la perturbación de la convivencia que proviene de la humana pulsión de agresión de autoaniquilamiento. Nuestra época merece quizás un particular interés justamente en relación con esto. Hoy los seres humanos han llevado tan adelante su dominio sobre las fuerzas de la naturaleza que con su auxilio les resultará fácil exterminarse unos a otros, hasta el último hombre. Ellos lo saben; de ahí buena parte de la inquietud contemporánea, de su infelicidad, de su talante angustiado. Y ahora cabe esperar que el otro de los dos “poderes celestiales”, el Eros eterno, haga un esfuerzo para afianzarse en la lucha contra su enemigo igualmente inmortal. Pero quién puede prever el desenlace.”

El psicoanálisis entonces puede ubicar el problema que se evidencia en el plano social: la convivencia. Allí se sitúa el infierno, diría Lacan, se sitúa en el semejante, el otro con minúscula, el vecino me ocasiona mi incomodidad, mi disconformidad, mi malestar.  Pero pasa que en la época actual ha variado la intensidad de eso, y entonces ahora el otro provoca mi ira, provoca un sentimiento de un honor mancillado permanentemente, y por lo tanto también, provoca las respuestas agresivas que son concomitantes de esta vivencia de  “herida narcisista” en la superficie psíquica, como  Freud respecto de la psicosis en su momento. Este análisis lo podemos plantear desde el psicoanálisis, pues el psicoanálisis cuenta con conceptos y nociones muy interesantes que permiten situar las coordenadas estructurales del funcionamiento del discurso en lo social. Es Jacques Lacan quien aborda esta vertiente con los cuatro discursos del Seminario 17.

Pero, yo quisiera llamar la atención sobre otra perspectiva y que en este párrafo que les acabo de leer, aparece en la lectura que hago de la expresión: “ellos lo saben”, de ahí su inquietud, su infelicidad, su talante angustiado. Vuelvo a leer. Qué saben? Saben que hay una perturbación, pero la perturbación no es la convivencia, la perturbación es la pulsión que la causa, causa el malestar en la convivencia. Pero yo propondría hacer una variación,  un desplazamiento  de este saber, en el sentido de conocer, vamos a decir, al modo de la expresión bíblica: conoció mujer, es decir, mantuvo una relación carnal, en ese mismo sentido ellos lo saben: experimentan la pulsión en el cuerpo, porque no hay otra forma de experimentarla, y hay una proclividad en la época actual en trasmudarla, como decía Freud en libido de objeto, hacia el semejante.  La experimentan, saben que se está muy cerca del exterminio del otro por la pulsión de muerte, también de la propia muerte. Al final de la cita, dice, ahora cabe esperar, que se haga un esfuerzo, diría Miller, de poesía, de escritura, de elaboración, de sublimación si cabe, de sintomatización, es eso lo que se espera de un análisis que transcurre, se desarrolla y llega a lo suficientemente lejos.

Entonces hablar de los problemas de la convivencia no es un tema abordado por el psicoanálisis directamente, sino que más bien, el psicoanálisis se ocupa de lo que causa en cada individuo la experiencia de percibir al semejante como lo odiado. Por supuesto que también puede ser el amado, pero nuestro tema hoy nos convoca a dirigirnos hacia ese territorio en el que el otro se vuelve insoportable en un sentido fuerte del término, es decir en el sentido real. Esa es la perspectiva, la de la causa del odio y su relación con el fenómeno social de la violencia contra ese otro, que hoy en día ha resultado ser muy frecuentemente elegido como objeto de odio: una mujer.

Entonces de este pequeño párrafo extraigo los puntos desde donde quiero dirigirme a ustedes para plantear las coordenadas necesarias desde el psicoanálisis para abordar el fenómeno social de la violencia de género, que los psicoanalistas preferimos nominar como violencia contra la mujer, o mejor contra las mujeres.

Espero dar cuenta de eso y justificarlo. Esos puntos, digo son:

1. “la convivencia es un problema de la pulsión”,

2. “la inquietud contemporánea”  que podemos nominar también con todas las letras, y toma una forma sintomática muy precisa en la actualidad como   “la violencia”

3. Luego, está la tarea de justificar por qué la violencia contra las mujeres no es una cuestión de género.

4. Y tratar de trazar alguna vía que nos permita ubicar, entonces esa violencia es cuestión de qué?

  1. DE LA INQUIETUD CONTEMPORÁNEA A LA VIOLENCIA GENERALIZADA

La violencia como fenómeno no atañe directamente al quehacer del psicoanalista. Lo que atañe al psicoanalista es en qué la pulsión afecta a una persona dejándolo inmóvil, inhibido, angustiado, o actuando sin un marco de palabra. Entonces, por qué el psicoanálisis se interesa por la violencia del mundo? Le importa al psicoanalista el Otro. El Otro de lo social es de donde toma el sujeto sus identificaciones, el Ideal también es un elemento significante que se toma del Otro, y el Otro es cambiante, es permeable a las transformaciones políticas, económicas y científicas. Para dar un ejemplo de esto, la histeria de Freud, la que el supo aislar, mejor dicho el síntoma histérico concebido como metáfora de una verdad que no se podía decir responde muy bien a la época Victoriana, en la que las pasiones no se podían ventilar, sino que se escondían, no solamente en el desván, o en el pasillo de esos palacetes burgueses, sino que el psiquismo tenía un escondrijo que servía por un tiempo que era el síntoma mismo. Lo inconciliable para el yo y para la sociedad (un amor con el cuñado) era reprimido y luego advenía en forma de síntoma. Hoy en día la escena ocultada a la vista del Otro, se expone sin ningún atisbo de pudor en la pantalla;   las pasiones, de amor y odio se expresan libremente, y todavía más allá se viven bajo un oscuro mandato superyoico que da el fundamento posmoderno a la sociedad de los derechos humanos, dentro de los cuales el derecho al goce se defiende hasta las últimas consecuencias incluso pasando al acto con el acto más radical: el crimen.

Si la violencia y la agresividad fue ubicada por Lacan  en el eje imaginario es decir en el que cada uno está en espejo con el otro y esta relación sólo vale  en términos de imagen, de Gestalt, de completud y de narcisismo, en la lucha por la mantener la imagen del yo según un ideal siempre huidizo, por el contrario hoy nos encontramos con una violencia que va más allá de la rivalidad imaginaria y se dirige al corazón del ser en donde anida el goce que resulta insoportable para el otro. Pero antes de pasar a explicar un poco este goce que anida en el otro, que por cierto es un fantasma, pues de ese goce del otro no sabemos nada, no se puede saber, es imposible, miremos más de cerca esta idea precursora que proviene de Freud y que marca toda una vertiente de trabajo actualmente en el Campo Freudiano y en la AMP. La próximas Jornadas de la NEL tienen como título precisamente este: “Violencias y Pasiones. Sus tratamientos posibles desde el psicoanálisis.”

Lo odiado como el fundamento de la violencia es una perspectiva que no deja de procurar múltiples vertientes de investigación. El odio para el psicoanálisis hace parte de lo amado. Vale la pena detenerse en este punto y lo voy a desarrollar mínimamente. 

“Según Freud, la pulsión no odia ni ama: se satisface; y el odio es anterior al amor. La satisfacción pulsional puede ser objeto de odio, de rechazo cuando el sujeto lo experimenta como goce Otro[2]. Aquí podemos agrupar una serie de fenómenos, tales como el odio a lo más querido, a lo más próximo, como la violencia ejercida contra los hijos, las mujeres, los enfermos.”

“El odio es anterior al amor” Es una idea que se explicita de manera lógica en el  texto de la Negación (1925) de Freud pero  que  proviene de Pulsiones y Destinos de Pulsión (1915) en el que se plantean una serie de componentes de la pulsión, por resultar imposible definirla pues justamente es un concepto límite, es decir que no se le define en sí misma sino por su objeto. Entonces, lo importante que hay que retener acá es que en Pulsiones y Destinos el sujeto se equipara al placer y se sitúa una polaridad respecto del otro polo que sería el mundo exterior que coincidiría con el displacer.

Cito:

“ El yo, en la medida en que es autoerótico no necesita del mundo exterior, (…) ulteriormente, bajo el imperio del principio del placer se consuma dentro de él un ulterior desarrollo. Recoge en su interior los objetos ofrecidos en la medida en que son fuente de placer, (…) y por otra parte expele de sí lo que en su propia interioridad es ocasión de displacer. A partir del  yo-realidad inicial se ha distinguido el adentro y el afuera según una marca, se muda en un yo-placer que pone el carácter del placer por encima de cualquier otro. El mundo exterior se le descompone en una parte de placer que él se ha incorporado y en un resto que le es ajeno. Y del yo propio ha segregado un componente que arroja al mundo exterior y siente como hostil. (…) ha quedado restablecida la coincidencia de las dos polaridades:

Yo –sujeto coincide con placer

Mundo exterior coincide con displacer (desde una indiferencia anterior)

(…) con el ingreso del objeto en la etapa del narcisismo primario se despliega también la segunda antítesis del amar: el odiar.

Ahora bien, en un desarrollo posterior del yo, esta división tan tajante y clara del yo y el mundo exterior, se desdibuja y empieza a aparecer una nueva conformación que no tendría ningún problema en equiparar a una topología al modo de la banda de moebius:

“(…)no puede desecharse que también el sentido originario de odiar signifique la relación hacia el mundo exterior hostil, proveedor de estímulos. La indiferencia se subordina al odio.(…) Lo exterior, el objeto, lo odiado habrían sido idénticos al principio. Y si más tarde el objeto se revela como fuente de placer, entonces es amado, pero también incorporado al yo, de suerte que para el yo placer purificado el objeto coincide nuevamente con lo ajeno y lo odiado.”

En la negación, Freud hace el ejercicio de explicarse por qué la negación, él se refiere a ese fenómeno clínico que sucede muy frecuentemente en la experiencia analítica que consiste que cuando el  analizante cuente un sueño dice: aparece mi madre, pero no, no era ella. Entonces Freud dice que es es una marca de la represión y que por lo tanto sí es su madre. Entonces la negación como juicio adverso que niega  es llevado a la explicación de un momento mítico de origen de lo simbólico,  es decir que Freud construye esta hipótesis que trata de cómo en un momento privilegiado de la experiencia de satisfacción, no tanto la experiencia placentera como tal, sino la  huella que ella deja, sólo por dejarla, es eso lo que demarca un adentro. “(…)son para él idénticos lo malo, lo ajeno al yo, lo que se encuentra afuera.” Lo bueno, lo placentero, coincide con el adentro y se sanciona la Bejahung, afirmación primordial, es una marca, es del orden del significante primero que ordena un campo, el adentro y por lo tanto en un movimiento simultáneo y lógico, el afuera, que coincidirá por extensión a lo anterior con lo displacentero.

Entonces, en adelante, el exterior coincide con lo odiado. Es por eso que para Freud, el mundo se organiza para el ser humano en esta polaridad amor odio, que visto de cerca son cada uno, el signo del otro, su vecindad es estructural y no tópica, por lo tanto no es tan exacto decir que se trata de una polaridad, que implica una distancia, sino más bien, que  el uno está internamente, lógicamente implicado en el otro. La indiferencia sería la ausencia de relación con el objeto debido a que ni se le odia, ni se le ama. La condición de existencia en la realidad  vendría dada por el amor o por el odio. Lo que no cae bajo esta libidinización no existe. Es importante entonces anotar acá que el odio también es un vínculo que da existencia a los objetos. El odio que lleva a las manifestaciones que van de menos a más extremas: celos (del objeto amado) , segregación (del objeto extranjero), violencia y finalmente exterminio del goce otro. Jacques Alain Miller en su seminario Extimidad reflexiona sobre el término que inventa Lacan y menciona un par de veces en su enseñanza que es el de éxtimo y que él, Miller,  se propuso dar un lugar preponderante dentro de la teoría psicoanalítica. “Lo éxtimo es lo que está más próximo, lo más interior, sin dejar de ser exterior. Lo más próximo: el prójimo es como Freud nombra lo más próximo en el Proyecto. Miller nos dice:

Cito: “Freud retrocede ante el mandamiento de amar al prójimo como a sí mismo, (…) porque no cree que uno pueda amar lo que uno tiene más próximo, porque porque lo íntimo está en el exterior, que es como un cuerpo extraño.” Miller dice que el inconsciente entonces es extimo, pero no desarrollaremos esa idea acá, sino la del lazo libidinal del yo con el objeto, pues  él también es éxtimo, que el objeto sobre el cual la libido hace su rodeo en el exterior para satisfacerse, es un objeto que también está en el interior. La satisfacción con el objeto también puede ser objeto de odio, el goce mismo se convierte en objeto de odio cuando es percibido como viniendo de afuera. Este es el punto en el que la segregación toma su consistencia, dice Miller pues va más allá de la agresividad porque apunta a lo Real en el Otro, que es justamente su goce. Es lo que pasa en el fenómeno de la segregación cuando se toma la raza, la etnia, la religión como justificación del odio al que se considera un mal vecino y se lo quiere lejos, que no se pegue que no se junte. Bien, Lacan va a considerar que este modelo de la segregación es exactamente el que se puede aplicar en el caso de los sexos, pues hombre y mujer son dos razas diferentes no genéticamente, no biológicamente, sino eminentemente en lo que concierne a su relación con el goce sexual. Cada uno es para el otro un continente negro para el otro, en cuanto al goce. Se trata en la diferencia entre hombres y mujeres de una diferencia, que apoyada en la anatomía, porque dicho sea de paso, no tenemos otra, por lo menos en este planeta llamado Tierra, la experiencia de cada individuo en relación a su goce sexual y el del partener, está siempre abierta a una elección…incosnciente. Es eso lo que se llama sexuación. Más adelante hablaremos de eso.

Entonces,  el objeto  más familiar se puede volver el odiado, aquellos otros amados, como hijos, familiares, esposa, esposo, hermanos. Ahora,  la pregunta es, ¿ cada uno de estos objetos  especialmente el niño, el hijo, la mujer, guardan algún significativo rasgo, se estable con ellos una específica relación que motive hacia ellos una violencia particular, específica también?

Los generalizados fenómenos de violencia nos hacer intuir que sí. Que en ellos se focaliza la violencia, que en el ámbito social, ella, la violencia es generalizada y ubicua.  El niño es objeto generalizado pues el discurso social actual lo transformó en objeto del mercado, y  requiere en muchos casos de protección social y jurídica pues es objeto de abuso sexual, de explotación, de esclavitud, de maltrato, también de adoración ciega, pues siendo para la madre el falo antaño, ahora se revela en él, la cara del objeto de goce para la madre y para el discurso capitalista.

La mujer, que es nuestro tema, el de la violencia contra ella, por ser ella portadora de algo insoportable para algunos hombres presentifica este goce.

Es ella la portadora de la singularidad del goce, de lo más Otro para ella y para él. Eso que hay que desplegar en la investigación; lo que se ha convertido  en una oleada pandémica, que se quiere erradicar en el pasaje al acto más extremo en los feminicidios. Reina el ímpetu universalizante y uniformizador de los goces en lo social, a la vez que se empuja a ejercer el derecho al goce, cada uno en parcela o en su grupo más próximo.  Salta a la vista una contradicción, pues  esos hombres hallan en ella esa singularidad que no hace conjunto en el resto de la sociedad  develando peligrosamente su desvirilización.

Y ella, en la singularidad de su goce que enmarca sintomáticamente con la necesidad de ser amada, qué salidas posibles distintas a la del goce mortífero en el que se encarcela por un amor que le hace mal?

CONFERENCIA II

1. La caída de la función del Nombre del Padre

En el psicoanálisis y fuera de él, especialmente desde la filosofía y la sociología se habla hace ya bastante tiempo, de un cambio en la sociedad que se ha nombrado de diversas maneras, pero que Lacan ya en el 34 alude a que el psicoanálisis que Freud inventó es un síntoma del debilitamiento del Nombre del Padre, y que Freud con la teoría del Complejo de Edipo no hace sino sostener al padre.

Pero ya el Nombre del Padre no se sostiene porque su función está pulverizada, multiplicada, relativizada y hay tantas maneras de adscribirse a diferentes ideales, que finalmente, no hay ninguno. Así es como puedo leer la caída del Nombre del padre que sería un tema que merecería por sí sólo un seminario entero. Es un gran tema desarrollado durante un año entero por Jacques Alain Miller y Eric Laurent conjuntamente y que cuando se editó se llamó El Otro que no existe y sus comités de ética. Por ahora una manera de captar este fenómeno es bajo diferentes índices que constatamos en nuestra experiencia más cercana, a saber, “la desconfianza y la descreencia en las ficciones y que ya no son aceptadas de entrada” Eric Laurent da el ejemplo de la falta de confianza en la economía. Esa nueva configuración tiene efectos en la relación entre los sexos, por hombres y mujeres se sitúan frente a este debilitamiento, de tal suerte que la creencia en el padre a dado paso a la creencia en La mujer. Qué quiere decir esto?

“Violencia de género” versus “eliminar el goce que hay en ella”

La perspectiva psicoanalítica se diferencia de la perspectiva de género a la hora de reflexionar sobre la violencia contra las mujeres. Esto no quiere decir que no se consideren urgentes las medidas y la aplicación de la ley en cuanto a los antiguos y hoy en día crecientes fenómenos de segregación y de violencia contra  las mujeres especialmente en algunos países.

Es necesario dilucidar las razones de este aumento del fenómeno en los tiempos que corren, y para ello el psicoanálisis cuenta con herramientas conceptuales y un la referencia permanente al campo clínico en el que el género pierde especificidad pues la que habla en la sesión analítica es una mujer, cada una en su singularidad.

Es desde este sesgo que el psicoanálisis se puede pronunciar: desde lo que las mujeres enseñaron a Freud, y desde aquello de su feminidad que no se dice en el lenguaje común, pero que cada mujer inventa y experimenta en el ámbito de su más extrema intimidad.

Ciertas perspectivas de género, especialmente las norteamericanas que son las radicales,  reivindican una igualdad de los sexos en los ámbitos sociales, laborales, incluso en los sexuales. La obsesión democratizante de los derechos humanos ha ha intensificado aún más esta pretensión. Es desde estos enfoques que se promueve incluso la libertad de elegir el género. La multiplicación de géneros se ha homologado a la consecución de la libertad sexual, haciendo pensar que la eliminación de la diferencia, equivaldría a una automática eliminación de la inequidad y segregación. La escalada de feminicidios e inequidades muestran que algo de este modelo escapa a una total comprensión, y que la violencia y la agresividad siguen permeando lo humano, especialmente en lo que refiere a la violencia que se dirige las mujeres.

El género se refiere a  cómo cada ser humano, independientemente de su sexo biológico se identifica a unos rasgos de lo masculino o de lo femenino que son promovidos desde el Otro de la familia y  de la cultura en una época determinada. Cada época ofrece esos rasgos y cada uno se identifica a unos o a otros. Estas identificaciones sexuales son tomadas por cada sujeto, por cada ser hablante, como decimos ahora para incluir ese aspecto de la modalidad de goce que también se elige de manera inconsciente. Esa asunción de esos caracteres sexuales se hace de la manera más particular e íntima, y también obedecen a elecciones que no tienen que ver con un acto voluntario. Se hacen desde una convicción del ser, en el que la certeza acompaña de una manera más o menos estable al sujeto una vez que se ha hecho la elección. Pero la elección de las identificaciones producen en un movimiento simultáneo la aparición del Otro sexo, y con Lacan podemos decir que la bipartición masculino femenino, es una manera posible de aproximarse a este proceso íntimo que se llama sexuación, en el que la resultante es que finalmente cada ser humano ubica en un hombre o una mujer, al Otro sexo. Este término de Lacan exige una profundización y es la que interesará realizar para situar lo que en este época responde a un mandato superyoico de destrucción del lo otro. Esta perspectiva introduce de lleno la cuestión del goce femenino y su articulación con la época en la que la segregación de lo Otro ha llegado a cotas muy altas.

2. Lenguaje y sexuación

El psicoanálisis, desde Freud construyó su teoría y su práctica a partir de la diferencia sexual. Pero de qué diferencia se trata? De forma general pero no por ello, menos precisa, se trata de una diferencia en lo psíquico marcada por la diferencia que introduce el lenguaje.

Una primera base que es necesario plantear es que con Freud, la cuestión en el ser humano, lo que lo hace humano es el inconsciente. Esto quiere decir, que las relaciones de cada ser humano con su sufrimiento, con sus síntomas, con su angustia, tienen que ver con el inconsciente. Pero lo que ha transformado al psicoanálisis de manera extraordinaria es que este mismo inconsciente, relaciona a todo ser humano con un territorio aún más amplio, pues lo vincula con la realidad, con su pensamiento, con su cuerpo, con su sexo, con el otro sexo, con el amor con su deseo. Y de esto de lo que sufre el ser humano, incluso desde aquí podemos entender la psicopatología: se enferma de la realidad (psicosis) del pensamiento (neurosis obsesiva), del cuerpo (histeria) Para ser más precisos , tiene que ver con una determinación que viene dada por las palabras oídas. Jacques Lacan, al promover la idea de que el inconsciente es lenguaje no hace más sino tomar en serio lo que Freud descubrió: se sufre de reminiscencias, el cuerpo sigue unos simbolismos marcados por las palabras, en cada caso por unas que son significativas y cargadas de afectos y  de goce , y que allí donde creemos que hay un saber, hay un lado que se nos escapa y es difícil de aprehender.

El lenguaje entonces marca en el cuerpo la manera en cómo cada ser marcado por el lenguaje experimenta el goce en el cuerpo, y se relaciona con el otro sexo. Esto es lo que llamamos sexuación y se aleja ya de una perspectiva de género. De hecho, personas que en un cuerpo de hombre sienten la experiencia de vivir en un cuerpo equivocado, al decir de ellos, cuando sus afectos y sentimientos son vividos como una mujer. O el caso contrario, en el que una persona de sexo femenino, reivindica que realmente su sentir es el de un hombre. Estos casos ponen en evidencia que la sexuación y el género corren por carriles distintos, y que en el caso de la coincidencia de la posición sexual femenina en el cuerpo de una mujer, y la posición sexual masculina que adopta alguien de sexo masculino es lo que corrientemente, de manera tradicional es mayoritario. Las razones de ello, también encuentras diverso tipo de explicaciones, especialmente las sociológicas, que argumentan un tipo de determinaciones de costumbres, usos, tradiciones, ideologías que marcan los destinos de los roles sexuales en una sociedad.

Para el psicoanálisis como dije más arriba, esa parcela correspondería al del género en el que los rasgos identificatorios de uno u otro rol social son asumidos por cada ser humano para incluirse en un grupo. Tradicionalmente, el de hombres y mujeres. Hoy en día, encontramos también una multiplicación de identificaciones posibles, y que el discurso del amo actual dicta con el nombre LGTB. Hay: hombre, mujer, lesbiana, gay, transexual, bisexual. Nada indica que no sea posible ampliar esta sigla con lo no-genero, que recusan la clasificación en una etiqueta sexual determinada.

La posición sexual ha sido tradicionalmente moldeada por el significante del Nombre del Padre. No voy a desarrollar esta idea, pero desde Freud se inicia toda una doctrina en cuanto a la  llamada “elección de objeto amoroso” a partir de las vicisitudes de la pulsión sexual en la época infantil, en la que los primeros objetos amorosos, los padres deben ser “resignados”, o más bien abandonados como objetos sexuales para dirigir la libido objetal a objetos por fuera del contexto familiar. En este punto, es que se ubica la diferencia sexual, en cuanto a la elección de objeto, ya sea heterosexual u homosexual. Quiero recordar que en este punto existe un célebre caso tratado por Freud el de la joven homosexual. Freud a pesar de ser hijo de su época y responder al canon idelógico patriarcal, no dejó de dar palabra al sufrimiento de esta mujer.

  • LO FEMENINO NO ES ALGO DE LA MUJER, pero ella lo encarna más habitualmente.
  • EL AMOR

Lo que quiero resaltar en esta apartado es algo que requiere una exposición más detallada, pero que hay que poner sobre la mesa y es el tema del amor. De cómo lo vive alguien posicionado sexualmente como mujer (aunque sea de sexo masculino) y como se vive o experimente desde las perspectiva masculina. El amor para la mujer es la suplencia de la relación sexual que no existe. Para el hombre, se trata de realizar su fantasma para poner en marcha su deseo y poder acceder a una mujer. Esta disimtería introduce un malentendido fundamental.

  • EL GOCE DEL PARLETRE

La última enseñanza pone de manifiesto la diferencia, no de los sexos, no la del significante, sino la diferencia de los goces. Es esta perspectiva la que hoy en día se puede adoptar para comprender mejor el fenómeno de la violencia de la mujer. Paulatinamente, en la enseñanza de Lacan, el centro neurálgico del psicoanálisis pasó del orden simbólico y de la palabra al terreno de aquello más difícil de cernir por la palabra y el lenguaje que es el goce. Es por el impacto del lenguaje que el organismo que el ser humano se hace acreedor de un cuerpo que desde ese punto en más estará en una relación compleja con el ser humano pues en esta íntima cercanía será también lo más ajeno y extraño. Nunca encaja del todo el cuerpo con nuestra imagen ni con las palabras que enunciamos para habitarlo, pero de algo sí se puede estar seguro, es que ese cuerpo se conmueve, algo en él palpita y goza. Al decir de Lacan es esto lo único real en el ámbito de lo humano. Ahora, gozan igual todos? Gozan igual hombres y mujeres? En la sexualidad, de qué goce estamos hablando? Qué es el goce femenino. Es posible decir el goce? Y aquí nos encontramos con una cuestión central, que a mi modo de ver puede dar un aporte al tema de la violencia contra las mujeres. La hipótesis que desde el psicoanálisis lacaniano se puede plantear es que la violencia contra las mujeres, no es responde a ese dicho que ahora impera en los medios de comunicación y en las redes sociales que ha sido promovido por los Estudios de Género cuando se enuncia: “la mató por el hecho de ser mujer, y eso constituye y feminicidio” Encuentro que se abre una perspectiva de investigación cuando ese goce indecible, desconocido, sin palabras, goce otro que percibe el hombre se presentifica como un ataque a la virilidad del hombre que hoy en día está en cuestión por la caída de la referencia paterna. Este es un tema amplio que exige un desarrollo posterior, pero que invito a los interesados a e

VIOLENCIA DE GÉNERO O LA ELIMINACIÓN DEL GOCE DEL OTRO, O EL OTRO GOCE.

La hipótesis a desarrollar en el trabajo es que el objeto de la violencia es lo femenino, y que por esta asociación con la mujer es ella el blanco de los ataques.

Por el encuentro con el lenguaje, en el ser humano, la violencia se manifiesta en diversidad de ámbitos y a través de distintos medios: la palabra, la imagen, el goce, el discurso, etc

Se trata de la realidad del la tradición del tango. El hombre que perdió a la mujer mira al mundo con mirada metafísica y extrema lucidez. La pérdida de la mujer es la condición para que el héroe del tango adquiera esta visión que lo distancia del mundo y le permite filosofar sobre la memoria, el tiempo, el pasado, la pureza olvidada, el sentido de la vida. El hombre herido en el corazón puede, por fin, mirar la realidad tal cual es y percibir sus secretos. Basta pensar en los héroes de Discépolo. El hombre engañado, escéptico, moralista sin fe, ve por fin la verdad.

Roberto Piglia en Formas Breves.

Creado por Maria Victoria Clavijo